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    Editorial: Trump, Harvard y el bipartidismo marchan hacia el fascismo

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    06 Junio 2025 58 visitas

    Los ataques de Donald Trump a Harvard y las universidades liberales reflejan una profunda grieta entre la clase dominante estadounidense – pero también la necesidad de que los patrones estadounidenses se muevan completamente hacia un fascismo abierto, mantener un control directo sobre las instituciones, desde el sistema legal hasta la prensa.  La educación superior específicamente se encuentra en una encrucijada. Dentro de la crisis internacional del capitalismo, el declive del imperialismo estadounidense se muestra en las universidades de todo el país, especialmente en las instituciones elite que han ayudado a crear la política y han preparado a sus futuros lideres. 

    Aprovechando la reacción, la administración Trump aprovecha su influencia financiera inmensa para tratar de rehacer las universidades de manera sin precedente.  El resultado es más ataques a protestas anti-sionistas, programas de diversificación, y estudiantes internacionales. Este paso está estructurado para realinear el propósito de la educación superior con las metas de los aislacionistas, América Primero, el ala grotescamente racista del capitalismo estadounidense. Representados por Trump, son la facción de los patrones que hacen la mayor parte de su dinero de los combustibles fósiles domésticos y otros recursos domésticos. También están liderando los ataques para una nueva segregación, nacionalismo blanco, y un ejército estadounidense predominantemente blanco.  

    El capital financiero, es decir los grandes bancos y las multinacionales de petróleo y gas que controlan al partido demócrata, están a la defensiva.  Al mismo tiempo, la principal ala liberal patronal utiliza los ataques de Trump para esconder su propia necesidad de construir racismo y fascismo para pavimentar el camino hacia la tercera guerra mundial. En esta lucha entre dos pandillas de parásitos y asesinos de masas, no hay los “menos malos”.  Solo la revolución comunista podrá acabar con el fascismo. Solo el comunismo puede construir una sociedad donde la educación sirva a las necesidades de nuestra clase.  

    Las universidades son el motor del imperio

    Las universidades por mucho tiempo han funcionado como motores del imperio estadounidense. Sus investigaciones crean más tecnologías letales para su guerra, sus gurús económicos justifican la explotación capitalista; su elitismo promueve el individualismo y división entre los trabajadores; sus graduados se convierten en directores de sus estados, banqueros, abogados, y ejecutivos de prensa. Durante casi todo el siglo 20, la universidad ha sido una herramienta eficiente para los patrones. Pero últimamente no ha sido tan útil. Masas de estudiantes se identifican don la política liberal, la cual está en contra de la necesidad de más nacionalismo y patriotismo de los patrones. Las protestas en las universidades contra el apartheid y genocidio israelita son un rechazo contra los valores imperialistas, con repercusiones internacionales.  

    La estrategia de la administración Trump se centra alrededor de una poderosa verdad: La mayoría de las universidades dependen de casi $60 mil millones de subvenciones federales anuales para investigaciones, infraestructura, y ayuda financiera para los estudiantes. Para muchas instituciones, este financiamiento representa casi el 20% den sus presupuestos de operación (National Science Foundation, 2024). En una era de decadentes matriculaciones, costos de matrículas dependientes, mucha competencia, y el aumento de costos a los servicios para los estudiantes, este dinero no es opcional, es esencial.  

    Pero, el dinero del gobierno siempre está condicionado.  Asume que la universidad seguirá alineándose con los objetivos principales del estado: innovación científica para la guerra armamentista inter imperialista, hegemonía cultural para el imperio y desarrollo de mano de obra para mantener los engranajes capitalistas en movimiento. Hoy, mientras Trump amenaza detener los subvenciones federales de las instituciones que apoyen programas “ilegales” de DEI (diversidad, equidad, inclusión), o permitan protestas “anti-semitas”, esto muestra claramente que el poder del estado dicta la política de las universidades (New York Times, 18/4). Es un momento escalofriante y esclarecedor.  El financiamiento federal nunca fue para ayudar a los estudiantes. Está destinado para corroer la conciencia de clase y sostener el sistema patronal.

    Los patrones son unos oportunistas mentirosos

    Bajo esa fachada de división partisana en el Congreso estadounidense, el ala principal liberal de los patrones ve una gran oportunidad en estos ataques a las universidades. Existe una razón por la cual muchas universidades, junto con empresas de abogados y de prensa sucumben a muchas de las demandas de Trump. Aunque ambos lados de las facciones patronales tienen diferencias estratégicas reales, ellos comparten un creciente consenso, que universidades como Harvard deben ser disciplinadas y re-estructuradas. 

    La respuesta de los estudiantes universitarios a las atrocidades d Israel han sido poco menos que heroicas.  Han inspirado a millones alrededor del mundo y enviado un mensaje poderoso a los trabajadores en Gaza; que no están solos. Pero, en un periodo en que los patrones capitalistas deben condicionar a los trabajadores y estudiantes a aceptar el creciente fascismo, campamentos y huelgas no pueden ser toleradas.  Los manifestantes pacíficos se han topado con arrestos violentos, vigilancia, y amenazas racistas sobre su estatus migratorio.  La represión comenzó antes que Trump se posesionara, Cuando Joe Biden golpeo el movimiento universitario anti-genocidas llamándolo “caos” y “anti-semita” (AP, 2/5/24). Universidades de todo el país le siguieron y establecieron prohibiciones fascistas que buscaban acabar con las crecientes manifestaciones (NYT,12/9). Alcaldes liberales en Nueva York, Washington y Los Ángeles desataron a policías rabiosos. Los fideicomisarios liberales que dirigen Harvard, Columbia, y Penn, todos sacaron su verdadera cara y compromiso entre elites de sacrificar a directores institucionales para obedecer y capitular.  

    Moverse hacia una re-segregación

    En las décadas de 1960-70, los patrones instalaron programas para la “diversidad, equidad, e inclusión” (DEI) como respuesta a las rebeliones dirigidas por trabajadores y estudiantes negros.  La meta de los gobernantes era tomar control y pacificar la lucha contra el racismo. Antes celebradas como victorias de reformas progresivas, estos programas ahora son purgadas de compañías y universidades.  Docenas de universidades han visto miles de millones en ayuda federal congelada hasta que exista un acuerdo sobre frenar estos programas en admisiones, ayuda financiera y contratar (npr.com, 19/2). Basadose en cargos de “antisemitismo” por la administración Trump, Columbia fue amenazado con un decreto de consentimiento federal. De ser enforzado, tendría que conceder al gobierno control directo sobre el currículo y política de la universidad (ACLU, 24/4).

    Es importante señalar que muchos presidentes de universidades y fideicomisarios han deseado más control sobre el disentir universitario.  Su compromiso con DEI era superficial desde el principio, muchas veces higienizado en su lenguaje sobre estudiantes de “primera generación” o “salario bajo” que rodeaban el tema del racismo y la segregada realidad de la educación pública estadounidense.  El ataque de Trump simplemente les dio permiso de quitar ciertas políticas que no les gustaban mucho. Mientras que los ataques actuales al DEI son reales y peligrosos, no nos deben llevar a defenderlo sin critica. Nosotros debemos llamar por una alternativa revolucionaria – una que construya la verdadera solidaridad entre los estudiantes y personal de la clase obrera, que dirija con el anti-imperialismo y la lucha de clases, y que rechace la mentira que las universidades pueden ser reformadas para que sirvan a nuestra liberación.

    ¡Hacia la revolución!

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    Worcester, MA ¡Aplastemos las deportaciones fascistas!

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    06 Junio 2025 50 visitas

    Worcester, MA, 9 de mayo—El 8 de mayo, agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) secuestraron a una madre brasileña. En colaboración con el ICE, la policía de Worcester arrestó a su hija de 16 años, quien sostenía a un bebé en brazos, alegando “poner en peligro a un menor”. Una enfermera escolar que intervino también fue arrestada. Los vecinos se organizaron rápidamente, coreando consignas y formando una cadena humana alrededor de la familia. ¡De esto se trata la solidaridad multirracial de la clase trabajadora!

    En respuesta, los organizadores convocaron una manifestación al día siguiente en el Ayuntamiento de Worcester. A pesar de la fuerte lluvia, más de 200 trabajadores y estudiantes salieron a expresar su indignación. Esto ocurrió poco después de una manifestación de ICE Out of Boston el 15 de marzo, liderada por el Partido Laboral Progresista (PLP), donde repartimos volantes en tiendas de Roslindale y celebramos con fuerza el Primero de Mayo el 3 de mayo. Regresamos a Roslindale Village, izamos nuestras banderas rojas y pronunciamos discursos en inglés y español contra el sistema de lucro, los fracasos de movimientos pasados y la doble amenaza de las facciones liberales y fascistas de la clase dominante estadounidense. Distribuimos DESAFÍO y volantes, dialogando con la gente sobre los continuos ataques a los trabajadores inmigrantes y nuestra visión anticapitalista. Nuevos miembros se unieron, ayudando a planificar el evento y dando discursos.

    Nuestros cánticos —”¡Aplastar las deportaciones racistas, los trabajadores no tienen naciones!”—, “¿Qué significa ICE? ¡Defiéndanse!” y “¡La única solución es la revolución comunista!”— fueron recibidos con bocinazos y puños en alto.

    Eureka: ¡Así es la unidad multirracial de los trabajadores!

    La policía de Worcester afirmó haber respondido a una llamada vecinal, pero ESTOS POLICÍAS RACISTAS PROTEGIERON A ICE, a pesar de las afirmaciones del Ayuntamiento, dirigido por liberales, de que la ciudad no cooperaría con los agentes federales de inmigración. Pero la traición de los políticos liberales no es nada nuevo. Ayudaron a construir la misma maquinaria fascista de deportación que ahora maneja el presidente Donald Trump.

    Después de todo, fue la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante de 1996 del presidente Bill Clinton la que sentó las bases de los campos de concentración y las deportaciones masivas actuales (Vera Institute of Justice, 28/6/22). Y Barack Obama deportó a 3 millones de trabajadores, más que cualquier otro presidente en la historia de Estados Unidos (NPR, 5/12/24). La crueldad fascista de Trump no es única; es una piedra angular de la política capitalista, fortalecida por los políticos liberales del Gran Fascismo.

    Mientras Trump, con su traje y corbata del Ku Klux Klan, envía a sus agentes de ICE a secuestrar a nuestros hermanos migrantes, ¡miles de trabajadores en todo el país siguen luchando! Nuestros valientes hermanos de clase en la calle Eureka nos recordaron cómo es la solidaridad multirracial de la clase trabajadora.

    Racismo, explotación y el sistema de lucro

    Todos los trabajadores son explotados bajo el capitalismo, pero el racismo y el sexismo intensifican esa explotación. Los trabajadores negros, los trabajadores migrantes indocumentados y las mujeres son especialmente atacados, a menudo ganando menos por el mismo trabajo, lo que reduce los salarios para todos. Los capitalistas se valen de divisiones racistas y sexistas para convertir a los trabajadores negros, latinos, indígenas, musulmanes, LGBTQ y migrantes en chivos expiatorios, culpándolos de los mismos problemas creados por el sistema de lucro y utilizando estas divisiones para socavar la unidad obrera.

    La ola de secuestros de trabajadores en todo el país expone la creciente crisis del capitalismo. Los ataques fascistas de Trump, basados en el lema MAGA, contra los programas DEI, los trabajadores migrantes y los estudiantes que protestan contra el genocidio en Gaza (véase el editorial, pág. 2), van de la mano con el desmantelamiento de Medicaid y los cupones de alimentos, el desvío de miles de millones de dólares a guerras imperialistas y la detención masiva de migrantes en campos de concentración.

    Un movimiento en crecimiento

    Una manifestación del Día de la Madre, el 11 de mayo, reunió a otras 200 personas. Una tercera protesta, el 13 de mayo, se dirigió al Ayuntamiento, quien, atemorizado, canceló la reunión y cerró el edificio. Organizaron una sesión virtual donde los trabajadores inundaron la convocatoria con su ira de clase.

    Este podría ser el comienzo de un movimiento nacional. Nos unimos a los trabajadores y estudiantes, listos para luchar, hombro con hombro, superando todas las líneas divisorias.

    El verdadero enemigo: el capitalismo

    Trump, Musk y los republicanos son peligrosos, pero son solo una cabeza de la bestia. La raíz del problema es el capitalismo, un sistema donde el 1% más rico acapara más riqueza que el 95% del mundo en conjunto. Su lógica de lucro alimenta todas las crisis: ambientales, sociales y geopolíticas.

    La única salida es la unidad militante y multirracial con un claro objetivo revolucionario: destruir el capitalismo y construir un mundo comunista.
    No esperes a que políticos liberales o fascistas mentirosos nos “salven”. Únete al PLP para acabar con el genocidio, las deportaciones, los recortes, el fascismo, las fronteras y la guerra.

    ¡Expulsen al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Worcester y de todo el mundo con la revolución comunista!

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    Muchachos Scottsboro II: Los tribunales racistas sirven a la clase dominante

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    06 Junio 2025 83 visitas

    Este artículo es la segunda parte de una serie de cuatro partes sobre los Scottsboro Boys. En 1931, durante la Gran Depresión, nueve jóvenes negros fueron acusados falsamente de violar a dos mujeres blancas en un tren de carga en Scottsboro, Alabama. Sin embargo, el Partido Comunista de Estados Unidos (PC) inició y lideró una lucha mundial que involucró a millones de personas para evitar su ejecución y liberar a los “Scottsboro Boys”. La segunda parte coincide con la celebración del 160.º Juneteenth, el día en que los trabajadores negros esclavizados en Texas finalmente supieron que eran “libres”, más de dos años después de la promulgación de la Proclama de Emancipación. La farsa racista del caso Scottsboro forma parte de una larga e ininterrumpida cadena de violencia racista, forjada durante la trata transatlántica de esclavos, y es inseparable del propio sistema capitalista.

    Las Partes III y IV nos ayudarán a prepararnos para nuestro proyecto anual de verano. Este año celebramos el 50.º aniversario del Proyecto de Verano de Boston de 1975. Ese verano, el Partido Laboral Progresista (PLP), de tendencia comunista, jugó un papel fundamental en la lucha contra los nazis locales y sus aliados políticos racistas, que atacaban a jóvenes negros que eran trasladados en autobús para desegregar las escuelas para blancos en Boston. El movimiento movilizó a la juventud trabajadora y a los miembros de la comunidad en una lucha militante inolvidable contra el capitalismo racista y la violencia estatal.

    Esta serie de artículos analizará el papel de las dos principales estrategias de defensa en este caso: la Defensa Laboral Internacional (ILD), el brazo legal del Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA), y la NAACP. Estudiaremos las diferentes estrategias en relación con las cuestiones de la protesta masiva, el racismo institucional, la lucha por reformas legales y el uso de los tribunales para elevar el nivel de conciencia y lucha política.

    Las cuestiones políticas fueron de suma importancia durante todo el proceso judicial. La extrema penuria económica y el mínimo nivel de subsistencia de decenas de miles de agricultores y aparceros, tanto negros como blancos, en aquella época habían dado lugar a un creciente movimiento radical contra el hambre en el sur, simbolizado por una marcha del hambre liderada por comunistas en Atlanta en 1930.

    Desde el siglo XVII, cuando a los sirvientes blancos contratados se les decía que eran “mejores” que los recién creados esclavos negros, hasta la época de los Códigos Negros, el Ku Klux Klan y los gobiernos racistas posteriores a la Reconstrucción, mantener las diferencias en los niveles de vida, así como las libertades civiles y políticas entre negros y blancos, fue crucial para convencer a los trabajadores y agricultores blancos de que la lucha por su bien común residía en la unidad con “su propia raza” en lugar de con su propia clase.

    Dividiendo a los trabajadores negros y blancos

    El Comité Central del Partido Comunista de Estados Unidos adoptó esta teoría en su análisis del caso Scottsboro: las “clases parásitas terratenientes y capitalistas del Sur” urdieron el juicio y la sentencia, dijeron, porque vieron un movimiento entre la gente negra y blanca en las comunidades atrasadas del Sur que amenazaba con su “superexplotación”. Al involucrar a los trabajadores blancos en sus “atroces linchamientos”, los capitalistas del Sur podrían dividir eficazmente a las clases trabajadoras de la región.

    El “juicio”, entonces, fue político, poco más que una fachada para un asesinato legalizado. Hubo testimonios sustanciales que indicaban que las dos denunciantes blancas habían cruzado las fronteras estatales para tener relaciones sexuales, una violación de la Ley Mann. Su posición al ser detenidas era extremadamente vulnerable, y fácilmente podrían haber sido obligadas a presentar la acusación.

    Finalmente, el Estado insistió en continuar el proceso, incluso cuando uno de los jueces de primera instancia fue informado por un médico que había examinado a las mujeres de que era físicamente imposible que hubieran sido violadas.

    ILD inicia estrategia de defensa

    La Defensa Internacional del Trabajo (brazo legal del Partido Comunista) aceptó que el Estado había convertido el caso en un juicio político. Este punto de vista orientó toda la estrategia empleada por la ILD entre 1931 y 1935. Esta estrategia se basaba en tres principios fundamentales:

    • el compromiso absoluto del comité de defensa con la total inocencia y la necesidad de total libertad de los acusados;
    • la afirmación de que sólo el recurso principal a la protesta internacional masiva, mediante reuniones, manifestaciones, peticiones, telegramas, recaudación de fondos, foros, comunicados de prensa, etc., podría finalmente garantizar la libertad de los acusados;
    •  utilizando todas las vías legales disponibles dentro del tribunal para defender la libertad de los acusados.

    Sin duda, el ILD estuvo influenciado al adoptar esta estrategia por su perspectiva política.

    La ILD argumentó además que solo los fervientes esfuerzos dirigidos a construir un movimiento de masas contra las condenas lograrían finalmente la liberación de los acusados. Dado que el juicio fue un despiadado intento político de la clase dominante sureña por separar a los trabajadores negros de los blancos, según la ILD, solo la unidad y la lucha masiva de negros y blancos contra el sistema que dio lugar al juicio racista podrían lograr la libertad de los muchachos de Scottsboro.

    Trabajar en el juzgado patronal vs. trabajar con la clase trabajadora

    La contradicción que más preocupaba a la ILD era la que se daba entre la protesta masiva y la reforma legal (a falta de la libertad de los acusados). Si un gran número de personas aceptaba la idea de que los tribunales podían administrar justicia, las protestas masivas se verían limitadas. Durante este período, la ILD consideraba la contradicción entre recurrir a los mejores abogados y a todas las técnicas legales, frente a fomentar ilusiones democráticas y legalistas entre las masas, como el aspecto más fundamentalmente peligroso de la defensa.

    La cuestión de lograr reformas legales no se planteó hasta después del juicio inicial en 1931. En apelación ante los Tribunales Supremos de Alabama y de Estados Unidos, se plantearon las cuestiones del derecho a la asistencia letrada y la negación de un juicio justo por la exclusión de jurados negros, las cuales se convirtieron en un elemento mucho más central de la estrategia de la ILD. Al principio, la publicidad de la ILD prestó poca atención a este aspecto de la estrategia por temor a que esto indujera a los trabajadores a confiar en los tribunales y a descuidar la lucha de clases.

    Sin alianzas con grupos reformistas

    Fuera de la sala del tribunal, la ILD repudió cualquier alianza con los líderes de los diversos grupos de izquierda y de derechos civiles, incluyendo el Partido Socialista, el Partido Socialista del Trabajo, la NAACP, el Partido de los Trabajadores Estadounidenses, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y otros líderes sindicales, importantes líderes religiosos o la prensa capitalista. La ILD argumentó que los líderes de estos grupos eran reformistas y que inevitablemente se venderían y conducirían cualquier lucha a una dependencia del sistema capitalista y sus leyes.

    En cambio, el énfasis se centró en un “frente unido desde abajo”, que se esperaba que involucrara a un gran número de miembros de base de estos grupos en un comité de defensa bajo el liderazgo de la ILD. Estos miembros de base no necesariamente estarían de acuerdo con el programa de la ILD. Pero mediante el trabajo incansable y la vinculación del caso Scottsboro con las demandas y luchas locales (por empleo, alimentos, etc.), los miembros de la ILD atraerían a cada vez más personas a la ILD y, finalmente, forzarían la libertad de los acusados mediante continuas manifestaciones, mítines y acciones masivas.

    El primer juicio terminó con la pena de muerte para todos los chicos de Scottsboro, excepto el menor. El objetivo de la ILD fue entonces trasladar el caso a un tribunal de Birmingham, una ciudad industrial con trabajadores blancos y negros. La ILD no pudo superar el tremendo racismo y antagonismo de la población contra los acusados y sus abogados. Se concedió el cambio de sede, pero a Decatur, una ciudad a ochenta kilómetros al oeste de Scottsboro y “un centro de poder del Ku Klux Klan en... la década de 1920”, en lugar de Birmingham.

    La denegación del cambio de sede a Birmingham dificultó considerablemente la estrategia judicial del ILD. Habría que confiar en los procedimientos de apelación en torno a las cuestiones de la exclusión de jurados negros y la imparcialidad del juicio.

    La ILD retuvo a Samuel Leibowitz, demócrata de Nueva York. Aunque Leibowitz era un famoso abogado litigante, era anticomunista y cercano al Partido Demócrata, el partido de la segregación sureña. Poco después, atacaría al PC.

    Según una fuente, «Leibowitz también exigió a Patterson (del ILD) un acuerdo tácito de que las actividades políticas se moderarían hasta después del juicio». En realidad, el período comprendido entre marzo y julio de 1933 fue de un gran número de protestas masivas.

    La defensa inició el juicio desafiando tanto al gran jurado como al pequeño jurado con el argumento de que había negros calificados disponibles y que la exclusión violaba las cláusulas de debido proceso e igualdad de protección de la 14ª Enmienda.

    La ILD decidió que los beneficios obtenidos al atacar el sistema de jurados y plantear masivamente la cuestión de la exclusión de las personas negras del jurado superaban cualquier antagonismo adicional generado dentro del jurado compuesto exclusivamente por blancos. La ILD también pretendía vincular la exclusión de las personas negras de los jurados y del voto con las mismas restricciones impuestas a las personas blancas pobres, como el requisito de ser propietarias y el impuesto de capitación.

    Después de que se rechazaron las mociones iniciales, la batalla judicial de ILD se limitó en gran medida a un enérgico interrogatorio de los testigos del estado a través de un esfuerzo por demostrar la imposibilidad física de muchas de sus afirmaciones, combinado con la convocatoria de varios testigos de la defensa que contradecían a la fiscalía, incluida una de las ex denunciantes, Ruby Bates.

    La fiscalía apeló al racismo. El fiscal general Knight insultó constantemente a los testigos negros. Concluyó con esta súplica al jurado: 

    «Demuéstrenles que la justicia de Alabama no se compra ni se vende con dinero judío de Nueva York».

    Una de las principales razones de este enfoque fueron las convicciones políticas de Leibowitz. Tras el primer juicio, emitió una declaración a la prensa condenando indiscriminadamente a los blancos sureños como «criaturas con mandíbulas de linterna... cuyos ojos saltones como ranas... cuyas barbillas goteaban jugo de tabaco, patilludas y sucias». Su postura general, al igual que la de la NAACP, era que los blancos pobres eran racistas empedernidos y que solo se podía confiar en la justicia de los blancos civilizados (ricos).

    Esto se oponía completamente a la filosofía del ILD de que la clase dominante del Sur era responsable y se beneficiaba de las profundas divisiones entre los pobres del Sur y que solo la unidad de negros y blancos podía lograr los fines que los pobres deseaban.

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    Hagamos la guerra de clases, no la paz, con el fascismo

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    06 Junio 2025 47 visitas

    KENTUCKY – Miembros del Partido Labor Progresista asistieron a una manifestación de dos días en Corbin, organizada por el grupo KY Resist. Este grupo liberal, formado en las últimas semanas como respuesta a los ataques fascistas del gobierno de Trump, busca formar un movimiento que “luche contra este gobierno” y “proteja la democracia”. Está compuesto principalmente por trabajadores LGBTQ que han sido desproporcionadamente afectados por ataques sexistas antitrans. Sin embargo, la organización sigue siguiendo la política sin salida del Partido Demócrata en su falsa resistencia, que no es más que una oposición controlada para redirigir a los trabajadores de vuelta al mismo sistema fascista que, bajo el liderazgo de los grandes fascistas, ha estado apoyando el genocidio, impulsando más guerras y ya ha estado llevando a cabo deportaciones desde hace tiempo. Estos trabajadores necesitan la liberación a través del comunismo, y no a unos liberales cobardes que inevitablemente nos conducirán a la masacre.

    “Democracia” fascista significa la muerte de los trabajadores

    Entre discursos alentando a proteger la “promesa Estadounidense” y utilizando el mismo nacionalismo que los pequeños fascistas usan para generar consenso sobre sus atrocidades contra los trabajadores, los PLers salieron a dar discursos sobre el enorme papel de los demócratas en la construcción del fascismo, mencionando el apoyo incondicional del gobierno de Biden al genocidio palestino. Sin embargo, el objetivo principal de nuestros discursos fue demostrar que el fascismo se produce cuando los patrones que ya tienen el poder estatal ya no pueden usar la falsa bandera de la democracia para promover sus intereses y seguir obteniendo ganancias. Explicamos que el capitalismo se da cuando la mayor parte de la propiedad y la riqueza de la sociedad pertenece a los capitalistas, mientras que los trabajadores no poseen nada. Al final, los trabajadores se ven obligados a vender su trabajo, su cuerpo y su tiempo a los propietarios a cambio de una pequeña parte de la riqueza que crean con su trabajo, mientras que los capitalistas se quedan con lo que queda en forma de ganancias a pesar de no realizar ningún trabajo.

    Los Patrones necesitan divisiones racistas y sexistas

    El resultado de esta relación cotidiana es que esos mismos propietarios necesitan un Estado que proteja su riqueza e impida que los trabajadores se resistan a esta explotación. Por eso, incluso en la democracia liberal, la cuestión de resolver el hambre, acabar con la falta de vivienda o detener el desempleo nunca se resuelve realmente. También es la razón por la que el racismo, el sexismo y la transfobia persisten sin control, porque son herramientas que sirven para dividir a los trabajadores, mantener los roles de género y obligar a las mujeres a tener hijos para reemplazar la fuerza laboral, y obtener más ganancias a costa de los trabajadores negros y latinos, sobreexplotando a los marginados. Cuando esta explotación ya no puede llevarse a cabo por medios democráticos, los patrones recurren a tácticas más abiertamente violentas y dejan de ocultar su racismo.

    Impulsando la militancia

    Después de nuestros discursos, marchamos juntos por las calles de Corbin. El primer día de la manifestación, repartimos el DESAFÍO y conversamos con personas interesadas en nuestra política, además de presentar algunos cánticos más internacionalistas como “¡De Palestina a México, estas fronteras racistas tienen que desaparecer!”. Nos dimos cuenta de que nadie hablaba realmente de Palestina, probablemente debido a que la mayor parte del genocidio se ha llevado a cabo bajo la administración Biden. Al día siguiente, volvimos a hablar y marchamos a un restaurante local llamado Snappy’s Pizza, que previamente había acosado a una de las organizadoras trans cuando intentó usar el baño. 

    Mientras estábamos frente a la pizzería, nos enfrentaron fascistas que pasaron en coche gritándonos insultos y luego se estacionaron al otro lado de la calle con carteles y hostigandonos. Uno de los fascistas incluso puso su cartel boca abajo sin darse cuenta, ¡y tampoco se dio cuenta después de que todos pusiéramos el nuestro boca abajo burlándonos! Los líderes liberales del cántico iniciaron un cántico de “Amor, no odio” para animar a combatir el fascismo con amabilidad, a lo que respondimos con “¡El fascismo significa que tenemos que contraatacar!”. Y finalmente logramos subir la temperatura, coreando cánticos más militantes hasta que finalmente los fascistas se marcharon, dándose cuenta de que no íbamos a ceder y de que no les teníamos miedo.

    La no violencia, una estrategia perdedora.

    Demostrar la línea de nuestro Partido al enfrentarnos al racismo abierto nos ha ayudado a comprender que la única manera de combatir el fascismo es con la solidaridad militante de la clase trabajadora, que no entiende de raza, género ni nacionalidad. Ya lo demostramos cuando nos enfrentamos al Ku Klux Klan en Corbin, allá por el verano de 2023, en otra protesta por los derechos de las personas trans, cuando estaban siendo atacadas por primera vez en Kentucky. Un gran mago de Washington D. C. bajó a gritarnos desde el otro lado de la calle, mientras la policía lo protegía, y miembros locales del Ku Klux Klan circulaban en camionetas con rifles para intentar intimidarnos. 

    Algunos de los mismos trabajadores trans que estuvieron en esta manifestación más reciente también estuvieron en la protesta de 2023, y lideramos cánticos para unir a todos los trabajadores contra la intolerancia racista y sexista. Incluso entonces, con la policía de su lado y armas en sus manos (algunos de nosotros también estábamos armados), logramos resistir. Los fascistas esperan que sigamos el ejemplo del Partido Demócrata y lancemos una resistencia mediocre que predique amor y paz, pero cuando ven una auténtica resistencia comunista antirracista, huyen y se esconden. Los trabajadores saben que no puede haber paz con los fascistas cuando ven la disposición de este sistema a proteger a la policía y a sus compinches cuando intentan aplastarnos con violencia. No puede haber paz bajo un sistema sexista con un estado que usa a la policía para protegerlo. ¡Todo el maldito sistema tiene que ser destruido!

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    Desplazamiento, Gaza y la lucha de clases en el ámbito académico

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    06 Junio 2025 41 visitas

    El 17 de abril de 2025, aniversario del primer campamento de Estudiantes en Solidaridad con Gaza en la Universidad de Columbia, la Coalición para la Acción en la Educación Superior (CAHE) patrocinó un Día Nacional de Acción. Más de 20.000 personas participaron en casi 200 eventos en campus universitarios de 47 estados, que incluyeron manifestaciones, protestas, talleres, huelgas, pancartas, instalaciones artísticas, jornadas de consulta antifascistas, flash mobs y reuniones para ver la acción. La CAHE también organizó una serie de 14 seminarios web transmitidos en vivo durante un día dedicados al genocidio en Gaza, las deportaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), el aumento vertiginoso de la deuda estudiantil, el control coercitivo de las juntas directivas y el colapso de la libertad académica ante las protestas contra la guerra.

    La primera de estas sesiones virtuales, que atrajo a 245 inscritos, fue patrocinada por el Caucus Radical de la Asociación de Lenguas Modernas (MLA), en el que miembros del Partido Laboral Progresista (PLP) han participado activamente durante muchos años. El tema central fue el “Desplazamiento”, que engloba una serie de crisis de origen capitalista: el desarraigo masivo, el robo de tierras y el genocidio en Palestina; las deportaciones cada vez más atroces del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE); la precariedad laboral, tanto en el ámbito académico como en otros ámbitos; la gentrificación urbana racista; la sobreexplotación y la emigración forzada de poblaciones enteras a causa de la guerra; la crisis climática; y la competencia imperialista por los recursos de tierras raras.

    Si bien la mayoría de los paneles transmitidos en vivo se centraron en un solo tema, los múltiples significados asociados con el “desplazamiento” permitieron a la sesión del Caucus Radical establecer conexiones entre diferentes aspectos de la crisis actual. Es necesario comprender el capitalismo en su totalidad; solo así se podrán comprender los intereses comunes que unen a la clase trabajadora global. Solo entonces la revolución de la clase trabajadora podrá verse no solo como una opción entre muchas, sino como una necesidad absoluta para la supervivencia y el florecimiento de la vida en el planeta.

    Luchando por las ideas comunistas en las universidades

    El Caucus Radical ha emergido de los eventos del 17 de abril con un renovado sentido de nuestra misión. Si bien en años anteriores nos hemos centrado principalmente en la lucha de clases dentro del MLA, muchos de nuestros amigos de izquierda han renunciado, indignados por el conservadurismo de su liderazgo, que en 2024 saboteó descaradamente un intento de presentar una resolución de Boicot, Desinversión y Sanciones que apoyaba la desinversión en Israel (véase DESAFÍO, 29/1/25). Sin embargo, nuestra serie continua de miniconferencias virtuales de “palabras clave” en Zoom ha involucrado a un amplio espectro de personas —muchas de ellas sin conexión con la educación superior— interesadas en examinar cómo el lenguaje funciona ideológicamente para moldear la conciencia. También han iniciado una serie de grupos de lectura que investigan la naturaleza del “escolicidio” israelí y la historia de la izquierda palestina.

    Sin embargo, seguiremos luchando contra los jefes de los MLA, porque el trabajo comunista en las asociaciones profesionales académicas sigue siendo un componente crucial de la lucha contra el fascismo. Un artículo reciente en Foreign Affairs —un importante portavoz del ala capitalista financiera de la clase dominante estadounidense— lamenta que la administración Trump, al lanzar su ataque frontal contra la educación superior, esté destruyendo el papel de “poder blando” que las universidades han desempeñado durante décadas para promover los intereses del imperialismo estadounidense (Sarah Kreps, “Un ataque a las universidades estadounidenses es un ataque al poder estadounidense: Cómo la academia refuerza la seguridad nacional”. Foreign Affairs, 29 de abril de 2025). Claramente, la propia clase dominante está dividida por su propia versión de la pregunta: “¿Qué hacer?”. Para la clase trabajadora, la lucha para oponerse a los ataques actuales contra las universidades debe ir más allá del lema de “Salvar la educación superior” a “Destruir la educación superior para un mundo comunista”. Eso es lo que debemos hacer. Si bien la ansiedad y el miedo impregnan muchos campus, la contraofensiva también está creciendo. La crueldad del poder capitalista se hace cada día más evidente; estos son tiempos no para rendirse, sino para construir el movimiento para la revolución comunista.

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