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Película 'Pecadores': ¿revolucionaria o reaccionaria?

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06 Junio 2025 93 visitas

Las películas de Hollywood, como todas las formas de cultura capitalista, tienen dos propósitos principales. Primero, reforzar las ideas que sustentan el capitalismo, pero también ofrecer una vía de escape a la opresión y la alienación psicológica que este genera. A pesar de los mensajes a veces progresistas que transmiten las películas, los trabajadores no deben depender del pozo negro que es Hollywood para transmitir mensajes de verdadera liberación. Sinners, dirigida por Ryan Coogler, quien también dirigió Black Panther de Marvel, no es la excepción.

Sinners se ambienta en Mississippi en 1932, una época en la que las leyes de Jim Crow y la Gran Depresión devastaron el sur, donde los trabajadores negros trabajaban en condiciones de neoesclavitud impuestas por la violencia del Ku Klux Klan (KKK). Quienes emigraron a las ciudades del norte de Estados Unidos descubrieron que, como dice Smoke, «Chicago no es nada, sino Mississippi, con edificios altos en lugar de plantaciones». El sur y el norte estaban unidos por la economía y la cultura; por ejemplo, el Delta Blues, creado por aparceros negros de Mississippi que expresaban su frustración por la situación económica.

La trama gira en torno a Smoke y Stack, gemelos veteranos de la Primera Guerra Mundial convertidos en criminales, que regresan a Mississippi tras una temporada en Chicago. Con el dinero que ganan robando a gánsteres de Chicago, compran un aserradero y lo convierten en un club de jook donde los trabajadores negros pueden bailar y olvidar por un momento su dura vida como aparceros. Para abrir el club de carretera, los gemelos reclutan a algunos amigos y familiares, entre ellos a su primo, Sammie, un aspirante a músico de blues. La música y la fiesta desinhibida en el club de jook atraen la atención de Remmick, un vampiro irlandés que busca absorber el talento de Sammie y crear una utopía vampírica en la Tierra, libre de divisiones raciales. Una noche de alcohol y blues se convierte en una noche de sed de sangre.

No hay libertad bajo el capitalismo

La película retrata el jook joint como un espacio seguro donde los trabajadores negros pueden liberarse de la opresión racista, expresarse a través de la cultura negra y rechazar la influencia del colonialismo. Este mensaje conectará con los espectadores antirracistas. Además, los espectadores antisexistas se sienten atraídos por las mujeres, complejas y completas, que no son meros elementos que impulsan las acciones de los protagonistas masculinos. La película también propone un análisis de clase del racismo, ya que el líder del KKK resulta ser el terrateniente más rico de la ciudad. A pesar de estos elementos presuntamente progresistas, abundan las contradicciones en la película.

La libertad se representa mediante dos caminos. Uno es nacionalista e individualista. Los gemelos creen que un negocio y una riqueza propiedad de negros les otorgarán poder y respeto. Sammie sueña con escapar a Chicago de la plantación y de su padre profundamente religioso, quien considera el blues un pecado. El otro camino, presentado por Remmick, puede interpretarse como comunitario y colectivista. A pesar de ser el villano, Remmick ofrece la crítica más aguda del racismo cuando dice: “El mundo ya los ha dado por muertos. No los dejarán construir; no los dejarán tener compañerismo”.

Haremos precisamente eso. Juntos. Para siempre. Al contrastar “ellos” con “nosotros”, Remmick demuestra su comprensión del uso del racismo por parte de la clase dominante para dividir a los trabajadores e impedir que los trabajadores negros escapen de la servidumbre. Pero su intento de convertir a los clientes de los bares de jook en vampiros muestra la imposibilidad —la toxicidad— de la unidad multirracial. Esto hace que la película sea implícitamente anticomunista; quienes instan a la unidad multirracial de la clase trabajadora son los verdaderos chupasangres: los verdaderos “pecadores”.

La historia se repite

Aunque Sinners (Pecadores) transcurre en Estados Unidos hace casi 100 años, cobra una gran relevancia hoy en día. El fascismo se acelera a medida que el imperio estadounidense lucha por mantener su posición como superpotencia mundial. Los trabajadores estadounidenses lidian con las consecuencias de los fracasos de la democracia liberal estadounidense, que han llevado al actual gobierno racista y despiadado de Trump, que busca abiertamente reprimir la disidencia y eliminar la existencia de los trabajadores marginados. Los trabajadores de todo el mundo viven en condiciones horrendas, siendo blanco de brutales ataques racistas y de migración forzada debido a las guerras imperialistas, las deportaciones y los desastres climáticos causados por la explotación capitalista del planeta. Vivimos tiempos cada vez más desesperados. La necesidad de unidad multirracial en toda la clase trabajadora internacional es tan urgente ahora como siempre.

Ryan Coogler al menos intenta abordar y enfrentar estos problemas. En aparente respuesta a las críticas a la promoción del capitalismo negro por parte de las Panteras Negras, destaca el vínculo entre la religión y la opresión colonial tanto en Misisipi como en la Irlanda bajo dominio británico. Al sugerir conexiones entre el blues, la música folclórica irlandesa y el hoodoo, reconoce que estos movimientos fueron creados por la clase trabajadora como una forma de resistencia y empoderamiento. Sin embargo, la cultura popular capitalista siempre encontrará la manera de cooptar y debilitar estas formas de resistencia.

Por muy atractivo que sea su diverso elenco de personajes, la representación jamás sustituirá a la verdadera revolución. Sinners apela a la furia palpable de los antirracistas, pero ignora que el capitalismo es el verdadero vampiro. Como escribió Marx: «El capital es trabajo muerto que, como un vampiro, vive solo de chupar trabajo vivo, y vive cuanto más trabajo chupa». Las artes se han utilizado desde hace mucho tiempo como una forma de resistencia. Los trabajadores aún pueden utilizar el arte como arma. Pero aún más importante, para alcanzar la verdadera libertad, los trabajadores deben construir un movimiento comunista de masas y clavar una estaca en el corazón de los patrones.